Nos toman por imbéciles, por Josean

black

Y posiblemente tengan razón.

Miguel Blesa decía en su declaración en el juicio de las tarjetas «black» que «creía» que las mismas eran totalmente legales, pues «suponía» que eran un complemento retributivo más y que «pensaba» que los importes gastados con la misma se incluían en su certificado anual de ingresos e IRPF. Nos toma por imbéciles. Él, todo un inspector de Hacienda, mintiendo descaradamente ante un tribunal. Por supuesto que conocía de su ilegalidad y de la irregularidad de las mismas, pero todos los acusados han optado por la misma estrategia: negar la evidencia y tratarnos a todos, letrados y espectadores, de imbéciles.

Afortunadamente ahí están los correos de 2009 en los que se indicaba que las tarjetas eran «black a efectos fiscales», ahí quedan los gastos en viajes privados, joyas o los 916 euros derrochados en una heladería. El pasado es pertinaz y aunque la defensa trate de invalidar las pruebas, ahí quedan para los anales (de «anal», la vía por la que nos enchufaron sus caprichos).

Rodrigo Rato, todo un ministro de Economía y director-gerente del FMI, se ofendía por tener que contestar las preguntas sobre sus gastos. Él, ¡el señor Rato!, al que le viene de familia el fraude, teniendo que dar explicaciones por unos gastos mensuales que él mismo ha reconocido que eran acordes con su elevado tren de vida. ¡Si solo eran copas, estaciones de esquí, regalos y fiestas!

Estanislao Rodríguez-Ponga afirmó de modo muy vehemente que las tarjetas eran «remuneración» y suponía que se reflejaban en su certificado anual, pese a que en el mismo interrogatorio reconoce que «era una tarjeta de libre disposición y la empleaba como quería«. Algunos acusados consideran que sus gastos eran «de representación», pese a que según el señor Rodríguez-Ponga «no tenía que justificar los gastos». Premio especial para el señor Moral Santín, de Izquierda Unida, que retiró más de 360.000 euros en efectivo, supongo que también para «gastos de representación».

Mienten como bellacos. Podríamos tolerar (nunca admitir) determinadas respuestas de algún profesional con menor preparación, pero es que el señor Rodríguez-Ponga es inspector de Hacienda desde 1982 y como Secretario de Estado de Hacienda fue mano derecha de Montoro en el gobierno de Aznar. Casualidades de la vida, Aznar, otro inspector de Hacienda que tuvo que liquidar más de 300.000 euros con el fisco hace apenas unos meses. Mienten y lo que es peor: nos toman por imbéciles.

Esta semana ha empezado el juicio de la Gürtel. Algunos en el Partido Popular siguen realizando declaraciones victimistas en lugar de callar sus vergüenzas. Siguen diciendo que quieren aclarar el caso y salvaguardar su honra y a los tres días solicitan la anulación de todo el juicio. Igual que cuando se ofrecieron a colaborar con la Fiscalía y destruyeron a conciencia el ordenador de Bárcenas. barcenas

Luis Bárcenas fue el primero que nos tomó por imbéciles al afirmar que los cincuenta millones de euros que ocultaba en Suiza provenían de la venta de cuadros y de operaciones inmobiliarias. Ya. Nada que ver con su triple cargo de tesorero del PP, amanuense de la libreta maldita y repartidor de generosas dádivas. Menos mal que salió María Dolores de Cospedal para desfacer el entuerto en un vídeo digno de nuevo de los «anales» de nuestra historia reciente.

Indemnización en diferido bajo la apariencia de simulación de salario, o algo así. Ya, con IRPF y Seguridad Social mezcladas, por supuesto, aunque las indemnizaciones no lleven esa retención. ¿Lo del coche oficial, la secretaria, el despacho a escasos metros del Presidente de Gobierno durante esos años en que ya había sido «despedido en simulación diferida», cómo se digiere?

Cierto es que el Presidente Mariano Rajoy salió al quite para decirnos que no había que dar credibilidad a la libreta ni a sus apuntes, y nos tranquilizó cuando dudamos de la veracidad de sus afirmaciones, sobre todo tras la regularización voluntaria con Hacienda de algunos de los señalados en la libreta:

«Todo lo referido a mí y mis compañeros no es cierto; salvo alguna cosa publicada». Tócate los cataplines, «salvo alguna cosa».

Yo crecí con películas en las que ladrones de guante blanco diseñaban planes perfectos, calculados al milímetro, y eran perfectos sobre todo porque siempre había una coartada, una hábil e inteligente respuesta que dar al perspicaz policía que estaba cerca de detenerlos. Ahora no, ahora vale cualquier cosa porque somos imbéciles.

granadosEl millón de euros aparecido en casa de los suegros de Francisco Granados lo debió dejar ahí algún fontanero o los de Ikea, porque como todo el mundo sabe, esos armarios suecos tienen tantas piezas que a veces se cuelan billetes de 500 euros. Granados lleva dos años en prisión preventiva y parece que se la van a prorrogar otros dos más. El día que le de por hablar nos vamos a reír todos. Alguna noble solo de título, no tanto.

A veces pienso que vivimos en un país de mentirosos compulsivos, un país en el que se valora la pequeña mentira que permite al vecino escaquear un impuesto, conseguir plaza en un colegio o cobrar en negro mientras se percibe el paro. Apreciamos la picardía del que presume de que «se la he colado» o «mira lo que me he sacado por la cara».

infantaLa mentira llega a todos los niveles, también a la Casa Real. La Infanta Cristina nos tomó por imbéciles al querer hacernos creer que no sabía, no recordaba, no le constaba nada. Pero nada de nada, ni siquiera de lo más elemental. El Mundo contó hasta 412 ‘no sé’, 82 ‘no lo recuerdo’, 58 ‘lo desconozco’ y 7 ‘no me consta’.

Y al igual que creo que la mentira está muy extendida a todos los niveles, también pienso que su uso ha existido siempre. En 1993, bajo el gobierno de Felipe González, Luis Roldán quiso hacernos creer antes de tomar las de Villadiego (Brasil, Laos o donde realmente fuera) que la mayor parte de los 1.500 millones de pesetas eran fruto de la herencia de su padre y su inteligencia para los negocios. Su padre era taxista, para el que no lo recuerde, y Roldán había falsificado casi todo su currículum.

condeAl que siempre tuve una fobia especial fue a Mario Conde, que se creía tan listo tan listo tan listo que a la fuerza todos los demás, fiscales, jueces o chusma del pueblo como nosotros, éramos imbéciles. Todavía recuerdo cómo se reía tras responder al juez sobre el destino de los 600 millones de pesetas robados de Banesto. Y podía reírse porque contaba con su cohorte de seguidores, y podía descojonarse de todos nosotros porque somos los imbéciles que íbamos a pagar el pato de sus excesos, los de Bankia o los de las inversiones inmobiliarias fallidas.

Nos toman por imbéciles, como dice el título de este post, y posiblemente tengan razón, como continuaba. Somos unos imbéciles y dejamos que nos manipulen (me incluyo). Solo así se puede entender que gente como Rajoy, ZP, Jesús Gil, Berlusconi o Donald Trump hayan llegado tan lejos como lo han hecho. El control de los medios ha demostrado cuán acertado era el diagnóstico de Timsit para estos tiempos: «Las diez estrategias de manipulación mediática».

No voy a decir como el ex alcalde de Getafe Pedro Castro (PSOE) que «¿por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha?», sobre todo porque más tontos de los cojones me parecen los que son incapaces de plantear una alternativa más atractiva para los sufridos votantes, pero sí diré que lamento el bajísimo castigo que han recibido los populares después de todas estas cosas que han pasado en los últimos diez o quince años. Y no me vale la milonga de una recuperación que apenas ha llegado a los más desfavorecidos durante la crisis.

Me parece tristísimo que si terminamos llegando a unas terceras elecciones nadie duda de que el Partido Popular mejorará sus resultados de las dos anteriores, y algunos, los peores del partido, se sentirán reforzados en sus desmanes porque como dijo otro ilustre de ese partido, el ex presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra: «me han absuelto las urnas«. Yo pertenezco a esos imbéciles que no entendieron la explicación acerca de las bondades de un aeropuerto sin aviones para que los ciudadanos pudiéramos pasear por sus pistas.

Hasta otra, se despide atentamente,

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6 comentarios en “Nos toman por imbéciles, por Josean

  1. Como las sentencias van a imponer unas penas irrisorrias a todos estos chorizos de las tarjetas black, de la gurtel y de similares, habría que ir pensando en qué hacer en consecuencia: manifestaciones en la calle, clima de indignación en las redes sociales, desobediencia civil, etc. Me parece bien haber empezado por lo de que nos toman por imbéciles.

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