En 1985 Paul Newman, ¡el gran Paul Newman!, recibía un Óscar honorífico por sus «múltiples y memorables interpretaciones» a lo largo de su carrera. Tenía entonces 60 años y supongo que el actor, harto de que la Academia le ninguneara año tras año, no agradeció de modo especial el premio que había merecido en numerosas ocasiones. Había sido candidato por La gata sobre el tejado de zinc caliente (1958), El buscavidas (1961), Cuando se tienen veinte años (1962), Hud, el más salvaje entre mil (1963), La leyenda del indomable (1967), y Veredicto final (1982), y se habían olvidado de actuaciones míticas como Dos hombres y un destino, El golpe, El premio, la gamberrada de El castañazo,… Todo lo que hacía Paul Newman merecía un premio.
Al año siguiente, en 1986, le dieron un Óscar de los auténticos, al mejor actor por El color del dinero, película en la que retoma el papel de El buscavidas, pero que no tiene ni la décima parte de interés que las anteriores. Ni su interpretación. Paul Newman no fue a la ceremonia a recogerlo, en un claro gesto de «que os zurzan» dirigido a los miembros de la Academia.
El mundo de los premios no es perfecto, ni mucho menos, y en ocasiones puede parecer incluso injusto, pues se votan otras cosas al margen de la calidad de las obras, como son las filias y fobias personales, o las carreras profesionales de cada uno. Los celos en el mundo del arte son de tal calibre que a veces se vota «en contra de» alguien, para perjudicar a ese director o actor al que se le tiene manía.
Cary Grant, Peter O’Toole, Charles Chaplin, Ian McKellen, Brad Pitt, son actores que nunca han ganado un Óscar, salvo el honorífico en el caso de los dos primeros y seguramente por mala conciencia. Yo creo que en el caso de algunos como Peter O’Toole la Academia se recreaba con cierto sadismo y le elegía entre los cinco candidatos (¡hasta ocho veces!) para luego ver su careto de frustración en la ceremonia. Esa mala conciencia hizo que le entregaran un Óscar honorífico en 2003, igual que a Cary Grant en 1969.
Como todos los años por estas fechas llegan los Óscar (o «los óscares») y los aficionados al cine nos hacemos nuestras quinielas, leemos lo que se escribe sobre las posibilidades de cada uno y nos interesamos por los resultados finales de una ceremonia que solo he visto en directo una vez en mi vida, y me pareció soporífera. Algunos premios parecen cantados, pero vista la crueldad de la historia, y sabiendo que los votantes son los propios colegas de tu rama de la Academia (los actores eligen los premios a los actores, los directores al mejor director, los de la claqueta al mejor claqueta, etc…) los celos y los odios profesionales pesan mucho más que la calidad de los trabajos.
Creo que este año va a haber varios premios del tipo «ya tocaba», como el de mejor actor para Leonardo di Caprio por The Revenant, al que ya dejaron con la cara de cabreo tras El aviador, Diamantes de sangre y El lobo de Wall Street. Con 19 años había tenido otra nominación en una peli muy entretenida de Lasse Hallstrom titulada ¿A quién ama Gilbert Grape?
Algo similar parece que va a ocurrir con Sylvester Stallone y su actuación en Creed, que le ha valido ser favorito para el Óscar al mejor actor secundario. ¿Se premia realmente su interpretación, su carrera o su papel de Rocky Balboa? Un papel que arrancó hace casi 40 años (Rocky, 1976) y que algún colega ha comparado en importancia con el mimetismo del dúo Charles Chaplin-Charlot.
El Óscar al mejor actor de reparto, o secundario, ha servido en años anteriores para premiar la carrera de algunos intérpretes, como los de Sean Connery por Los intocables de Elliot Ness (1987), Gene Hackman por Sin perdón (1992), Tommy Lee Jones (1993) por El fugitivo o George Clooney por Syriana (2005), o bien para destacar a otros que no estaban entre lo más destacado del mundo de la actuación, pero que sin embargo gozaban del cariño del público por las horas de disfrute que nos han dado frente a las pantallas de cine o televisión. Entrarían en esta categoría Christopher Walken por El cazador (1978), James Coburn por Affliction (1998), o Christopher Plummer (2011) por Beginners.
Recuerdo de modo especial a Jack Palance, ese tipo cuyo careto le capacitaba solo para hacer de villano. En 1991 se llevó el premio y estuvo simpático en su discurso, ocurrente y hasta se permitió demostrar su buena forma ante quienes le daban por acabado haciendo flexiones delante de todo el mundo.
Lo de menos fue su interpretación en la simplona Cowboys de ciudad. Había que premiarle y la Academia lo hizo, pese a que sus rivales eran ni más ni menos que Tommy Lee Jones, Ben Kingsley y Harvey Keitel. Creo que este año nadie le va a levantar el Óscar a Sylvester Stallone, un tipo que nos ha regalado papeles deleznables, como el Juez Dredd, Cobra, Rambo III, Rocky V, o el de Alto o mi mamá dispara.
Pero hay que reconocer que nos gustó en Acorralado, en el primer Rocky, haciendo de portero en Evasión o victoria, como sheriff gordo en Cop Land, y por supuesto en Rocky IV (La brecha en la ceja de Ivan Drago) dando un discurso sobre la paz mundial en Moscú frente al mismísimo Gorbachov, quien terminaba aplaudiendo puesto en pie junto al resto de miembros del Politburó. Reconozco que ese es posiblemente el momento top de mi colección de «momentos sonrojantes de la historia del cine que me ponen la carne de gallina«. El número 2 podría ser el discurso del presidente de Estados Unidos antes de enviar a los perforadores de Bruce Willis al meteorito de Armageddon.
Pero como decía al principio, los celos pesan más que otros aspectos en las votaciones, así que podría haber sorpresas, sobre todo en el caso de Leonardo di Caprio, quien parece que no goza de demasiadas simpatías en Hollywood y podría perder ante Bryan Cranston (Trumbo). O ante Eddie Redmayne, por otro de esos papeles raritos que tanto gustan en ese mundillo, el de transexual en La chica danesa. Claro que este pipiolo inglés ya ganó el año pasado con La teoría del todo, y me extrañaría que repitiese.
De Leonardo di Caprio se ha hablado muchas veces de su mal olor, pues, según parece, es uno de esos tipos tan «concienciados con el medio ambiente» que no usa desodorante por considerarlo antinatural, y se ducha apenas dos veces por semana. Dice que para ahorrar agua. A lo mejor por algo tan chorra como ese mal olor no le votan sus compañeros de profesión.
Mejor banda sonora
¡Ennio Morricone no ha ganado nunca el Óscar! ¡¿Pero en qué cabeza cabe?! ¿Cuántas bandas sonoras hay tan recordadas como la de La misión o El bueno, el feo y el malo? Y Érase una vez en América, Los intocables de Elliot Ness, Cinema Paradiso, Por un puñado de dólares,… y así hasta 500 bandas sonoras.
He tenido que buscar quién ganó en 1986 en lugar de La misión, y me encuentro con Herbie Hancock por Alrededor de la medianoche. ¿Alguien recuerda su tema principal, alguna partitura? Nadie. Ese año había otros dos candidatos cuyos trabajos recuerdo perfectamente: James Horner por la magnífica Aliens, el Regreso, y Jerry Goldsmith por Hoosiers, posiblemente la mejor película sobre baloncesto. Pero estando La misión en la pelea no puedo entender que ganara otra, por maravillosa que fuera.
La mala conciencia de la Academia hizo que le otorgaran un Óscar honorífico en 2006 «por sus magníficas y polifacéticas contribuciones en el arte de la música de cine«, o «vamos a premiarle antes de que se nos muera«. Parece que anda regular de salud, y eso se nota en la banda sonora de Los odiosos ocho (Quentin Tarantino), que no está entre las más inspiradas de una grandiosa carrera, pero aun así parece impensable que no gane el Óscar este año.
Seguiré completando mi quiniela en:
Los Óscar (II): es lo que toca.
Los Óscar (III): los que me tocan.
Esimado travis,
Reconozco la escena de RockyIV como uno de los acontecimientos claves en la historia moderna que hicieron que terminara desmantelandose la URSS.
Por eso te invito a que hagas otra reflexiön. La infkuencia de la industria del entretenimsiento yanqui en el nuevo orden mundial. Como por ejemplo, la incorporacion de la mujer al mundo laboral con el consiguiente aumento de mano de obra y reduccion de salarios, ademäs de dejar en manos de justin beaber o hanna montana la educaciin de vuestros hijos. O la adiccion al consumo cada vez más notorio en todo el mundo.
El mundo quiere ser y vivir como Brad Pit y compañía? Mmmmm tendriamos que remontarnis a la teoria de la caverna para encontrar explicacion.
Puestos a profundizar en la influencia de masas…. qué influencia en la economia de nuestras vidas o en kas corrientes de pensamiento tiene el premio Nobel de economía y que a lo largo de la historia se haya otorgado a teorias tan dispares e incluso contradictorias? Qué habrá detras de todo esta estrategia de influencia de masas?
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