Segundas partes que nunca se rodarán (I), por Travis

Forrest Gump 2, Ghost, el Retorno, Salvar al soldado Ryan otra vez, Blade Runner Returns, Vuelve el puto árbol de la vida,… Son películas que seguramente nunca veremos, pero lo mismo pensamos de historias que parecían cerradas, como Terminator, El Planeta de los simios (la clásica), Matrix o Alien, y años después nos encontramos con secuelas bastante dignas. Algunas siguieron con terceras o más partes, o sagas, y ahí empezaron a decaer, cuando no a provocar el hartazgo del espectador.

Hay gente muy buena (y ociosa) haciendo montajes en internet, vídeos, chistes (“memes”, que es como se llaman ahora), y hace unos años descubrí este falso tráiler de Titanic 2. El tío que lo hizo cogió imágenes del Titanic original, de otras películas, fundamentalmente de Leonardo di Caprio, y preparó este magnífico tráiler de una película inexistente:

Yo no tengo la habilidad ni el tiempo ni la genialidad para preparar una obra maestra de la parodia como esta, pero sí se me ocurren historias para el rodaje de segundas partes que sé que nunca se rodarán. Bueno, ahí dejo mis ideas, si alguna productora de Hollywood quiere rodarlas, que las coja gratuitamente, no tiene que pagarme ni un euro por mis grandes aportaciones a la historia del cine.

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La historia transcurre veinte años después de la primera parte. Sabemos en los primeros minutos que Julia Roberts y Richard Gere, tras contraer matrimonio, tuvieron una vida normal de pareja: aburrida y carente por completo de sexo, su principal nexo de unión en la primera parte. Su segundo nexo de unión fue la pasta, pero como Richard Gere se ablandó para los negocios y se hizo éticamente respetable, ha sido despedido de su trabajo. Estaban arruinados, vivían en un piso modesto, y finalmente se divorciaron.

Pero Julia es una superviviente y aprovecha sus contactos de los años en que se codeó con las altas esferas de las finanzas, para liarse con Lord Jameson III, el octogenario presidente de una compañía nabiera, con b de nabos. Richard Gere, por su parte, se ofrece como maduro acompañante de sexagenarias faltas de cariño. Tiene éxito entre las maduritas con pasta, “me recuerda a ese actor de American Gigoló”, dice la mayoría.

Lord Jameson III muere de un infarto en un intento de realizar el acto con su hermosa mujer, la cual está más guapa que veinte años atrás. Julia hereda toda la fortuna, acciones, castillos, apartamentos lujosos de su millonario marido y se dedica a disfrutar de su fortuna. Pero se aburre, necesita marcha, y un día por casualidad encuentra una página de “señores de compañía maduros y serios”. Cierra un fin de semana a ciegas en el Regent Beverly Wilshire de Los Ángeles con uno de estos atractivos profesionales, que resulta ser, por supuesto, Richard Gere.

En lo que sin duda alguna constituyen las escenas más emotivas de la película, es ella la que deja que le haga el amor salvajemente, la que le dice a la mañana siguiente que tiene sus compromisos (“un aburrido consejo de administración») y que se tiene que ir, pero que se puede quedar en la bañera de espuma. Por último, le da dinero para que vaya de compras, al ritmo de Pretty Woman de Roy Orbison. No, que no pega, mejor al ritmo de Sex Machine, de James Brown. Le echa un cable el director del hotel, interpretado de nuevo por Héctor Elizondo, el cual pide a Richard que deje de dar tarjetas a las señoras mayores que allí se alojan. Le confiesa además que con la crisis no ha podido jubilarse y tiene que seguir currando a sus 78 años.

Cuando vuelve de su “aburrido consejo de administración”, Julia opina sobre los modelitos de Richard: hortera, muy gay, demasiado apretado, demasiado casual,…

Por la noche van a una cena con los máximos accionistas de una empresa rival, y luego a la ópera, a la que Julia se ha hecho muy aficionada. Richard confiesa que le aburre profundamente:

– En su día me venía bien por hacer contactos, pero hoy en día temo encontrarme con la mitad de mis clientas.

Por supuesto, se queda profundamente dormido en el palco, y los compañeros de fila se lo reprochan a Julia, que le defiende como puede:

– No está dormido, es que entra en trance con la belleza de la voz de la soprano, que le embriaga.

Más sexo y tal, y el fin de semana llega a su fin. Julia le dice que le ha gustado, pero que debe seguir con su vida, que esto ya lo han probado y no funcionó. Richard dice que lo entiende, que seguirá con su web de contactos mientras no tenga nada mejor y que se vuelve a su humilde apartamento en las afueras.

Esa misma tarde, cuando Julia vuelve de su soporífera reunión de negocios en la limusina, le dice al chófer que se dirija al sur:

– Es un barrio peligroso, señora, no debería ir allí.

– Lo sé –acierta a contestar.

Se presenta en el apartamento de Richard enarbolando un paraguas a modo de príncipe… no, mejor, aparece vestida con el modelo con el que hacía la calle en la primera película. Es una declaración en toda regla. Se besan en la escalera de incendios, hacen el amor ahí mismo… Ah, no, que esto es Hollywood, simplemente se besan…

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Y ahora otra todavía más interesante:

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Una serie de truculentos asesinatos se suceden en una ciudad en la que llueve más que en Ferrol.

* El secretario del juzgado con más expedientes atrasados de toda la ciudad aparece muerto en su casa. Según la autopsia, en su estómago había restos de papeles de los expedientes del juzgado, en una cantidad tal que le había reventado el vientre.

* Un hombre con agorafobia aficionado al porno duro muere por inhalación de gas en su propia casa. Un cartel en el interior escrito por otra persona le avisaba del escape de gas, y la investigación revela claramente que no se trata de un suicidio.

* Un conductor de autobús muere por una serie de pinchazos en su brazo con los que le inoculan todos los virus malignos conocidos del planeta. En su historial médico aparecía previamente la detección de una variedad muy contagiosa de la gripe A.

* Un hombre adicto al sexo que llevaba una vida familiar aparentemente perfecta, aparece desollado en uno de los prostíbulos más lúgubres de la ciudad.

Los detectives interpretados por Brad Pitt y Morgan Freeman se enfrentan a la investigación de un nuevo asesino múltiple, al igual que veinte años atrás. «Joder, otra vez», dice Brad. Morgan tiene una idea:

– Los asesinatos siguen un patrón, una serie de siete elementos.

– ¿Los siete pecados capitales, como la otra vez?

– No, los siete enanitos. El funcionario que retrasa los expedientes es Dormilón. Luego, el tipo ese que prefiere morir gaseado a salir de su propia casa, ese es Tímido. El conductor de autobús que iba contagiando la gripe A a todos sus clientes es Mocoso. Y el adicto al sexo, sin duda, era Feliz.

Cuando están investigando en la biblioteca, les llaman de comisaría. Ha aparecido muerto el contable del mafioso Don Luigi Barcenasi, sospechoso de connivencia con el alcalde de la ciudad:

– Le han hecho tragarse su propia lengua envenenada con cianuro -dice Brad a su compañero.

– Mudito -dice Morgan-. Siempre se negó a declarar y a colaborar con las investigaciones del fiscal.

Vuelven a la biblioteca, y piden una relación de personas que hayan pedido vídeos o libros de Disney en los últimos meses. Hay un tipo que ha retirado en los últimos tres meses todos los vídeos de Walt Disney para televisión de los sesenta, aquellos lamentables que empezaban con «El mundo es cascada de coloooores, mágico mundo de coloooores».

– Ese tío está como una regadera, ¿cómo se llama?

– Hunter DeVille. Es él, sin duda. «Hunter», el cazador que mató a la madre de Bambi, y DeVille, como Cruella.

Van a su apartamento, y justo aparece Hunter por ahí, que consigue fugarse como en toda peli americana por la escalera de incendios y lanzándose al contenedor de basura, que está rebosante cual mullida colchoneta. Inspeccionan el apartamento, que está repleto de material Disney: vídeos, princesas, libros, figuras de los malvados Jafar, Capitán Garfio, Maléfica, un Mickey Mouse en la nevera, una sirenita en la bañera y un póster del Rey León en el cabecero de la cama. Aterrador.

Brad vuelve a casa con su mujer. Tras la primera película, consiguió rehacer su vida y se casó con la más bella del reino, Angelina Jolie. En esos años, Brad ha estado absorbido por su trabajo y Angelina ha adoptado varios niños: asiáticos, chechenos y un par de afroamericanos sospechosamente parecidos a Morgan Freeman, con el que mantiene una relación de complicidad especial.

En la comisaría aparece un individuo que llama a gritos a Brad Pitt: «¡Detective! He venido a entregarme». Es calcado a Kevin Spacey, con veinte años y treinta kilos más que en la primera. Realmente es su hermano gemelo. Tiene las manos manchadas de sangre, pero según el primer análisis no es suya. Consigue sacar de sus casillas a Brad:

– Detective, se pasa el día protestando, quejándose de todo.

– ¡¡Dinos a quién te has cargado de una vez!! -le grita un irritado Pitt.

– Todavía no ha llegado mi momento -respira profundamente-. Mi obra casi ha terminado.

Les dice que aún quedan dos cadáveres por aparecer y tienen que ir a una zona desértica a pocos kilómetros. Casualmente es el único lugar de la ciudad en el que no llueve. Hasta está soleado. Aparece a lo lejos una furgoneta de Fedex, mientras Hunter DeVille sigue hablando:

– Detective, esta mañana he ido a ver a su mujer, quería saber qué tipo de vida llevaba un tipo que se pasa la vida protestando, como usted. Como Gruñón. Quería comprobar qué horrible vida sufría un hombre que siempre está de mal humor. Y no lo entiendo. Vive en una buena casa, en un barrio bien, tiene una mujer preciosa, unos niños maravillosos, aunque alguno me recuerda a su compañero… Y ahora van a tener otro niño…

– ¿Qué dices? ¿De qué estás hablando? -le grita Brad mientras desenfunda su pistola y le apunta a la cabeza.

Morgan Freeman interviene:

– Guarda la pistola, Brad, creo que hay una cosa que debes saber.

– ¿De qué está hablando? -solloza un aturdido Pitt, que ya no sabe qué hacer con la pistola, ni a quién apuntar.

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Pero Hunter sigue hablando mientras el mensajero de Fedex entrega un paquete a los dos policías:

– Ah, ¿que no lo sabía? Soy un hombre inteligente, detective, y envidio una vida como la suya. Yo soy Sabio, y al ver que no merezco vivir una vida como la suya, he querido al menos llevarme un recuerdo de su bella esposa.

Abre la caja:

– ¡Nooooooo!

Brad se carga a Hunter. La obra se ha consumado. Vuelven a la ciudad. Está lloviendo.

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Siendo el tema de este post el que es, no lo duden, habrá una segunda parte…

Cara Travis

 

 

 

 

3 comentarios en “Segundas partes que nunca se rodarán (I), por Travis

  1. Jejejeje, muy buenos, mejor el segundo. En Pritiguoman 2 podrías derivar la entrega hacia la posibilidad de nuevos capítulos tirando más bien hacia el incesto al estilo Chinatown, que hacia la gerontofilia, de la que no podrás explotar nuevos personajes salvo que el tal Jameson de la nabiera saliera un crack tipo Doctor Iglesias Puga.

    En fin, veremos la siguiente entrega. Siempre me he preguntado cómo podría ser un cruce en las líneas espacio-tiempo de Marty McFly con un T800 y todo ello contenido dentro del universo Matrix. Quizá es algo de lo que viene a evocar el final de Men in Black, aunque haría falta alguna cojoexplosión estilo Nostromo, o tipo Estrella de la Muerte, digitalizada por supuesto.

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    • ¿Marty McFly perseguido por el agente Smith y defendido por un T-800 en la luna de Endor? Buff, no es mala idea, pero me lían tanto estas paradojas espacio-temporales que no me veo capacitado. Estoy pensando en segundas partes de películas mucho más sencillas, y sobre todo, más «terrenales».

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