El Congreso acaba de aprobar la reforma del Código Penal que incluye entre otros cambios la introducción de la llamada «prisión permanente revisable», una figura similar a la cadena perpetua, hasta ahora inexistente en España. Esta «prisión permanente revisable» supone la revisión de la condena tras un período de cumplimiento efectivo de la pena de privación de libertad de entre 25 y 30 años, o 35 en casos de terrorismo. La oposición se ha apresurado a decir que recurrirá su aprobación al Tribunal Constitucional porque dicha pena atenta contra la dignidad de las personas y por tanto infringe el artículo 15 de la Constitución, que prohíbe las penas inhumanas o degradantes, e igualmente incumple el artículo 25.2, que exige que las penas se orienten a la reinserción social del condenado.
Me encantaría tener opiniones claras e incuestionables sobre todos los aspectos de la vida, pero lo cierto es que no las tengo. Tengo muchas dudas sobre muchos temas. ¿Estoy en contra de la pena de muerte? Sí, sin tapujos, sin medias tintas. Un ser humano no puede disponer de la vida de otro, sea cual sea su calaña.
Hacia el final del libro La lista de Schindler, tras la liberación del campo de concentración, Thomas Kenneally nos cuenta que algunos de los prisioneros se rebelaron contra sus guardianes y colgaron a varios de ellos del poste que había en el patio, el mismo poste con el que uno de los oficiales nazis amenazaba continuamente a los prisioneros, diciéndoles que les colgaría de su punto más alto. La mayor parte de los judíos prisioneros del campo, pese a todas las penurias pasadas, no actuó de ese modo porque «nosotros no somos como ellos».
¿Estoy en contra de la tortura? Sí, por supuesto que sí, y no simpatizo con la misma si digo que, con lo sufrido en el País Vasco durante cuarenta años por parte de ciudadanos, políticos, y especialmente cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, me parece hasta cierto punto entendible que a algún/algunos policías con menos aplomo se les fuera la mano con esos terroristas que se reían en sus caras amparados por las garantías constitucionales mientras atentaban contra sus compañeros, amigos o sus propias familias en las casas cuartel. «Entendible» no significa que lo comparta, hay que combatirlo y acabar con cualquier práctica de tortura, porque supone un claro abuso de poder que además inhabilita a quien lo ejerce para el desempeño de cualquier forma de autoridad. Debemos acabar con estas prácticas, no sólo porque da nuevos argumentos a nuestros enemigos, sino sobre todo, porque nosotros no somos como ellos. Guantánamo es una vergüenza para Estados Unidos y para Occidente.
¿Estoy en contra de la cadena perpetua? Me cuesta mucho decir que sí con la misma rotundidad con la que me he expresado sobre la pena de muerte. La cabeza me dice que sí, pero el corazón en estos casos… Necesito leer y contrastar opiniones antes de responder a esta pregunta.
Decía Travis en su comentario sobre la película Cadena perpetua que posiblemente esta sea la peor de todas las condenas, peor incluso que la pena de muerte. Privar a un reo de la vida es privarlo de casi todo cuanto posee, de su condición de ser humano, de la posibilidad del arrepentimiento y la reeducación, supone privarlo de todo cuanto es como persona, y no creo que ninguno estemos llamados a decidir sobre algo de tal relevancia. Pero la pena de muerte, siendo terrible, tiene irónicamente una «ventaja» sobre la cadena perpetua, y es el conocimiento de una fecha cierta a partir de la cual la prisión, el sufrimiento, llega a su fin. A veces se demora quince o más años, como en el sistema americano, y a veces incluso los casos se revisan y se levantan las condenas a los reos. Cuestión de pasta en el rígido sistema norteamericano.
Pero puede que la cadena perpetua sea aún peor. Supone privar al reo de todo cuanto posee, comenzando por ese don tan preciado que es la libertad, que desde luego no merece quien ha cometido un acto terrible como puede ser un asesinato, una violación o un acto terrorista. Y encarcelar a ese delincuente de por vida supone una forma de tortura con ese ser humano, al que negamos la posibilidad de reeducarse, arrepentirse o reinsertarse. Y aunque siento muy poco respeto y bastante desprecio por un asesino, un etarra, un violador o un pederasta, creo que incluso ellos tienen derecho a esa segunda oportunidad. Porque nosotros no somos como ellos. Y como no somos como ellos, les hemos dado garantías procesales y un juicio justo en el que puedan defenderse, como no pudieron hacer sus victimas.
Y como no somos como ellos, entre las normas que nos hemos dado para convivir está la exigencia de que las penas se orienten a la reinserción social del condenado (art. 25.2 de la Constitución), un principio básico de humanidad y justicia social, reconocido y recomendado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Es cierto que me duelen las imágenes de etarras que salen de la cárcel después de veinte años mostrando un nulo arrepentimiento y exhibiendo banderas proetarras. Y es cierto que han sido muchos los violadores o pederastas que han reincidido a poco de salir de la cárcel porque lo suyo, no lo olvidemos, es una enfermedad mental que se debe curar de un modo distinto a la privación total de libertad. Pero nosotros no somos como ellos, como he repetido varias veces, y la madurez de un Estado democrático, al contrario de una dictadura, se debe medir en estos detalles, en la búsqueda de la Justicia con mayúsculas, incluso para los peores de sus ciudadanos. Y la privación total de libertad de por vida no es Justicia, parece más bien una forma de revancha o venganza desde el Estado, roza el ensañamiento.
El hecho de que se haya aprobado una prisión permanente «revisable» rebaja en parte su crueldad, si bien deja en manos de un tribunal o de una decisión administrativa la posibilidad de reinserción del preso. El ejemplo del amiguete Travis sobre Cadena perpetua y las distintas revisiones de la pena de Morgan Freeman, Red en la película, nos sirve de ejemplo del tipo de análisis de la situación del preso que puede mantenerle o no en la cárcel por dos, cinco, diez años más, o por el resto de sus días. Y aquí me pasa algo parecido a lo que decía sobre la pena de muerte, y es que no creo que ninguno estemos capacitados para decidir sobre algo de tal relevancia. No sólo por la importancia de la decisión en sí, sino porque supone además una especie de segundo (o tercero, o cuarto, dependiendo de la revisión) juicio de un hecho acaecido al menos veinticinco años atrás, y equivale a juzgar y prever el comportamiento futuro de una persona y sus posibilidades de reincidencia o de reinserción. El ordenamiento jurídico actual ya permite alargar la pena hasta los cuarenta años de prisión, así que no veo la necesidad de acometer esta reforma.
¿Por qué el Partido Popular ha planteado ahora esta modificación del Código Penal?
La reforma del Código Penal se ha aprobado con el único apoyo del Partido Popular, y es la primera vez que esto ocurre. ¿Por qué era tan importante entonces? Pues quiero creer que no se ha hecho por motivos electorales, como se hace todo en los últimos tiempos en los grandes partidos. Quiero creer que no se ha hecho para recuperar votos perdidos y satisfacer a grupos como los colectivos de víctimas del terrorismo, Dignidad y Justicia, o como Hazte Oír, cuyo representante, Ignacio Arsuaga, lleva meses de campaña anti-PP y anti-Rajoy (al igual que en 2008 dirigió la campaña «Yo rompo con Zapatero»), exigiendo más mano dura contra los etarras y el terrorismo yihadista. Que está muy bien, dicho sea de paso, pero que esa mano dura no signifique saltar por los aires innecesariamente el ordenamiento actual.
El Partido Popular, al igual que la plataforma Hazte Oír, tiene entre sus miembros y entre sus seguidores un fuerte apoyo de grupos católicos. Por eso resulta sorprendente que en esta reforma no se haya tenido en cuenta uno de los principales pilares del cristianismo y el catolicismo: el perdón. La cadena perpetua, o la prisión permanente revisable, es contraria a la doctrina del perdón. El perdón, incluso para los asesinos.
«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
No sólo Amnistía Internacional se ha posicionado en contra de esta reforma. La Comisión General de Justicia y Paz, una entidad de la Iglesia católica integrada en la organización internacional Justicia y Paz, reiteró en enero de 2015 su opinión contraria a este tipo de condena, ratificándose en lo expuesto en septiembre de 2012 tras el proyecto de ley, opinión que resumo brevemente:
- «La prisión permanente o perpetua es una pena cruel e inhumana porque impone un sufrimiento terrible a un ser humano».
- «La prisión permanente es inconstitucional»,… «encarcelar de por vida significa renunciar oficialmente a la reinserción».
- «La decisión de liberar ya no se basará sobre la verdad de un hecho pasado (delito cometido), sino una hipótesis sobre la reincidencia futura o un juicio subjetivo sobre la moralidad de la persona».
- «Su imposición no tendrá más efectos preventivos del delito que la imposición de penas graves de duración determinada como las que prevé actualmente la ley vigente».
- «Las penas nunca deben privar definitivamente al condenado de la posibilidad de redimirse».
Claro que, como decía antes, me encantaría tener posiciones claras y firmes sobre todos los temas, y no las tengo. Estoy llegando al convencimiento de que me posiciono en contra de la prisión permanente revisable, al igual que lo estoy de la cadena perpetua, de la tortura y de la pena de muerte.
En un mundo perfecto…, bueno, en un mundo perfecto no habría crímenes. En un mundo cuasi-perfecto, esa posibilidad de redención sería posible, y los asesinos confesos se arrepentirían de sus crímenes y solicitarían perdón a los familiares de sus víctimas. En ese mundo cuasi-perfecto, los familiares de las víctimas serían capaces de perdonar a quien tanto daño les infligió, y la sociedad ayudaría a la reinserción de ese preso arrepentido.
Pero este mundo no es perfecto, ni de lejos, y aunque nosotros no somos como ellos, a la mayoría nos falta la generosidad necesaria para perdonar al que nos ha hecho daño y para ayudarle a su rehabilitación. El terrorismo etarra ha sido derrotado por las fuerzas de seguridad del Estado, por la sociedad y por agotamiento personal y financiero. Desgraciadamente no ha sido vencido por el convencimiento moral de los miembros de la banda.
Ahora mismo, en este mundo claramente imperfecto, no soy capaz de imaginar la rehabilitación de todos esos combatientes del Estado Islámico, por ejemplo. No sé si el fanatismo tiene cura, y no tengo ni idea de cuál es la posible solución para esa terrible amenaza. La educación puede servir para el largo plazo, pero no para el momento actual. Y las soluciones que se me pasan por la cabeza posiblemente no sean legales.
A mi me parece bien lo de la revisión de una pena al cabo de un número determinado de años, siempre que lo decida un jurado imparcial que compruebe fehacientemente la reinserción y el arrepentimiento del condenado, y pida perdón públicamente a las victimas.
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Sí, si lo entiendo, por eso he empezado diciendo que no lo tengo tan claro como la pena de muerte, pero lo que me parece es que roza el ensañamiento condenar a un tío, por desalmado que sea, a pasarse el resto de sus días entre rejas si no cumple una serie de condiciones. Y por eso decía que en un mundo perfecto estos desalmados pedirían perdón. En este mundo imperfecto ya hemos visto que muchos de estos tíos salen sin arrepentimiento alguno. Otra cosa ez que vayan a reincidir después de haberse pasado 30 ó 40 años en la cárcel. Lástima que la demencia de estos tipos les impida evolucionar mentalmente hasta el punto de poder reinsertarse.
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Estas dudas creo que las tenemos toda la gente «de bien». Bien usada creo que con la «reinserción revisable» debería bastar. Solo con pensar en cadena perpetua me suena a pasado, injusticias sobre injusticias, errores etc.
Además creo que la opinión sobre este tema cambia dependiendo del tiempo que haya pasado desde que hayas visto el ultimo telediario… o de si te ha tocado algún acto criminal de cerca. Hoy por ejemplo que ha llegado «un chavalín» a un colegio de Barcelona con una ballesta para «jugar»: ¿Qué tiene que hacer el padre del profesor muerto cuando vea que la ley no puede hacer nada contra este menor? ¿Asentir con la cabeza y encoger los hombros cada vez que oiga «es culpa de la sociedad»?
Yo por lo menos ahora que estoy frio (hace mucho que pasó el telediario) lo tengo claro: No a la cadena perpetua en ninguna variedad. Pero si fuera el padre de Marta del Castillo me iban a faltar ceniceros en todo el mundo…
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La astracanada de Pedro Sánchez, después de firmar el pacto anti-yihadista anuncia que va recurrir la cadena perpetua al TC; el PSOE no aprende : ¿Hay que agradecer al PSOE la salida a la calle en masa de etarras y violadores? http://www.navarraconfidencial.com/2013/11/15/hay-que-agradecer-al-psoe-la-salida-a-la-calle-en-masa-de-etarras-y-violadores/ …
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Charles Manson, 7 asesinatos, perpetua: Santi Potros, 39 asesinatos, ya en libertad. Las penas españolas comparadas con las sanciones de los códigos criminales de naciones democráticas son irrisorias : USA, Canada, Australia, Alemania, Francia, Irlanda… Suiza ha introducido la cadena perpetua sin libertad condicional tras un referéndum popular que reformó la constitución. También en ciertos casos en Alemania los presos condenados a cadena perpetua mueren en prision. Heinrich Pommerenke, de 71 años, el preso que más años llevaba recluido en Alemania, murio hace 3 años en el hospital carcelario de Hohenasperg. Pommereke, que había pasado 50 años entre rejas, fue condenado en 1960 por la Audiencia Provincial de Friburgo a seis cadenas perpetuas y otros quince años más de reclusión por el asesinato de cuatro mujeres. La cadena perpetua para los criminales sexuales y los terroristas no es un problema politico, es puro sentido común.
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Ninguna víctima de Eta ha intentado vengarse de sus verdugos, sólo se preguntan el porqué de la impunidad de los terroristas mientras el resto de países democraticos castiga de forma mucho más severa el terrorismo : En la tarde del 30 de abril de 1999, el Admiral Duncan fue objetivo de una explosión de una bomba que mató a tres personas e hirió a otras 70. La bomba era la tercera colocada por el neonazi David Copeland, que trataba de provocar tensiones con las minorías étnicas y los homosexuales a través de una serie de atentados.Copeland fue condenado por tres asesinatos y tres delitos de colocación de bombas el 30 de junio de 2000, siendo la sentencia de seis cadenas perpetuas, una por cada uno de los delitos. Su sentencia mínima fue de 30 años, aunque el juez mencionó sus dudas de que alguna vez fuese seguro liberar de nuevo al condenado. El 2 de marzo de 2007, en una audiencia en el Tribunal Superior de Justicia, el juez Michael Burton aumentó la sentencia mínima de Copeland a 50 años, afirmando que era «necesario para la protección del público».9 La fecha de liberación más temprana para Copeland será en 2049, cuando tenga 73 años.http://es.wikipedia.org/wiki/The_Admiral_Duncan
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