Los «lobos» de las finanzas, por Josean

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«Un aumento del spread de 200 puntos básicos referenciado al tipo UK (pronúnciese «iukei») haría que incumpliéramos nuestro forecast de cash flow«. Mira, chaval, ven aquí, acerca la cara, ¡BUM! Con la mano abierta por ser la primera vez, a ver si espabilas. La siguiente será con el puño cerrado en «toalaboca».

Frases como la entrecomillada, o peores, me ha tocado escuchar unas cuantas en los veinte años que llevo trabajando entre departamentos de administración, finanzas, tesorería y fiscal, si bien creo que el porcentaje de estupidez envuelta en anglicismos ha crecido exageradamente en los últimos tiempos. Creo que a un niñato de finanzas con cursos de Credit Management o Corporate Finance sólo le supera un consultor que te intenta vender una aplicación de «outsourcing controlling financing puenting». No puedo con ellos, de verdad. No puedo con los pedantes, ni con los pijitos que se intentan dar aires de grandeza porque saben cuatro palabros en inglés, ni con los consultores que envuelven la vaciedad de su producto en terminología rimbombante que parece algo y no significa nada.

Tengo una compañera de trabajo que me ha dicho más de una vez que mi comportamiento en esas reuniones con financieros es bastante evidente, que no oculto mi antipatía. Cada vez que ellos utilizan un palabro en inglés, yo contesto metiendo ese término en castellano. ¿Que me hablan de cash flow? Yo contesto dando mi opinión sobre el flujo de caja. ¿Que discutimos sobre el upfront? Yo contesto sobre la comisión anticipada. ¿Que el niñato mete el spread? Hablamos del diferencial. Mi compañera se ríe por lo bajinis en las reuniones porque ya lo hemos comentado varias veces, y me dice que los diálogos tienen su gracia, que no sabe quién es más tonto de los dos. Esta misma semana uno de estos niñatos me decía que había que valorar si la operación era bankable o no. «La madre que te parió», pensé para mis adentros, «qué patada en la boca tienes, chaval».

Me recuerda a un chiste que recibí hace poco sobre una entrevista de trabajo:

– ¿Ha sido usted Strategic press media manager?

– Sí, en una start-up de partner gromenauer.

– ¿Me está vacilando?

– Usted empezó primero.

Describe perfectamente a estos tipos, que además en los últimos tiempos han empezado a desarrollar hasta un aspecto diferente en su modo de vestir o en los «complementos». Perdón, lucen un alternative and fashion looking, o como se diga. Por supuesto, el peinado es moderno, con un porcentaje muy elevado de crestitas al estilo futbolista. Todo tieso para arriba.

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La única variante que se permiten es la gomina en cantidades industriales. Creo que alguno se unta gomina hasta en los genitales. A esas crestas acompaña la última moda en aspecto físico, las barbas, ya sean espesas en plan náufrago o leves tipo jugador italiano de fútbol. Estos chicos de finanzas suelen optar por lucir una cuidadísima barba de dos días, perfectamente recortada, que lleva más trabajo que quitársela entera. Cuando se llevaban las gafas de montura mínima, que no pesaban nada, esos modelos que si se te caían al suelo, no las oías, todos estos chavales las llevaban. Ahora lucen gafapastas gruesas con la marca bien visible en las patillas, y el día que se lleven las gafas sin cristal, serán los primeros en comprarlas.

Se da por descontado que un financiero que se precie lleva trajes caros, pero lo que sí es absolutamente necesario es que sus camisas lleven sus iniciales bordadas. Y por supuesto, gemelos de moda. Las corbatas no son importantes, pero sí deben ser cantosas. Pero todo eso no es suficiente. Para que un financiero empiece a ser respetado entre los de su gremio, debe llevar todo tipo de pulseras de cuero. Una vez tuve una reunión con uno al que todas las pulseras unidas le ocupaban medio brazo, como una muñequera de Nadal. Tengo mi propia teoría sobre esto. Igual que los marineros lucían aretes en sus orejas, que significaban las veces que habían atravesado el cabo de Hornos, creo que estos financieros se ponen una pulsera de cuero por cada financiación sindicada o relevante que consiguen cerrar. Y cuando me reúno con alguno que sólo lleva una, pienso «tío, eres un mierda, a ver si te aplicas un poco».

Los cinturones deben ser llamativos, los zapatos, de «chúpamelapunta», y el toque definitivo para ser respetado en el mundo financiero lo ponen los calcetines. Un financiero que quiera destacar en este mundillo debe lucir unos calcetines horribles, estridentes y carísimos, comprados seguramente en la City londinense. O en el chino de la esquina, que para el caso es lo mismo.

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Cuando uno ha adquirido ya esas pintas, lo que no puede descuidar es su tarjeta de visita. Hace poco, viendo las tarjetas de unos fulanos del gremio, le comentaba al Responsable de Tesorería de mi empresa: «tío, tenemos que cambiar nuestras tarjetas, porque así no vamos a ningún lado. A partir de ahora, tú serás Treasury Manager. Head of Department. Y yo me pondré Finance & Planning Manager. Risk Analyst». En fin.

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Luego estos chicos de finanzas ven un día una película, echan un polvete y se creen Leonardo Di Caprio, el Lobo de Wall Street. Los putos triunfadores, pese a que tienen muchos más gatillazos profesionales que aciertos. Como muchos apenas superan la treintena, ni siquiera saben quiénes son Patrick Bateman o Gordon Gekko, y que la moda de estos «lobos» ha existido siempre. Ah, por cierto, mirad las fotos. Muestran el culmen de la vestimenta de la que antes hablaba, los tirantes. Sólo un tipo con aires de grandeza o afán de notoriedad, o Pedro J., puede llevar hoy día tirantes.

Hay otro par de financieros con los que tengo que tratar bastante en el trabajo a los que llamamos (y no cariñosamente) «los chicos del waiver«. Son unos tipos que después de meterte los equity, budget y founders cada treinta segundos, terminan expresando sus dudas en voz alta: «igual nos piden un waiver adicional». Lo decían tanto en cada reunión o cada conference que mi compañero y yo desde hace tiempo, cada vez que nos juntamos con ellos jugamos la «Porra del waiver«. El juego es sencillo, consiste en apostarnos algo de poco valor, normalmente un desayuno, al número de veces que se va a pronunciar la palabra en la reunión. Reconozco que a veces nos cuesta disimular la alegría del que alcanza su número en mitad de la reunión. Mi compañero además disimula poco y mal, y va anotando palitos en su libreta cada vez que la pronuncian, entre condiciones de financiación y plazos de amortización.

Más o menos sé manejarme en ese mundillo. Excepto un día con una palabra que no era capaz de entender: el «pianel». Me pasé toda la reunión escuchándola y no tenía ni idea de qué era. Me preguntaron incluso que cómo afectaba el cambio a mi compañía y salí del paso diciendo que todavía era pronto, que teníamos que analizarlo. Parecía un político pillado en mitad de una investigación por corrupción. Al acabar la reunión me sacó del apuro un compañero: «el P&L». El término para Profit and Loss, que como en España somos más negativos, traducimos invirtiendo el orden: Pérdidas y Ganancias.

Pero pese a que sepa manejarme en ese mundillo, lo cierto es que algunos tipos me dan cien patadas. No me molesta que usen determinadas palabras, o que sean unos pintas, no son esas las razones. Lo que detesto es que se crean los reyes del mambo. A lo largo de mi carrera profesional, he conocido gente de todo tipo, solventes, responsables, honestos, trabajadores, pero también inútiles, incapaces, flojos y sinvergüenzas. Y el colectivo de financieros no está entre los que más respeto o valoro, especialmente por una razón: su falta de humildad. Su falta de respeto hacia otros compañeros. Su modo de pedir los viajes a la secretaria. Sus notas de gastos de viajes. Su patada en la boca.

La verdad es que en mi departamento nos tomamos bastante a cachondeo a estos tipos, pero no dejo de pensar que la principal causa de esta crisis que dura ya más de seis años y que tanto daño ha hecho la originaron los financieros. Los bancos de inversión con sus voraces asesores financieros. Los que antes te ponían el triple del dinero que necesitabas en la mano y sin garantías de ningún tipo, y ahora no te dan la décima parte de la financiación necesaria aunque la garantices por triplicado. O te piden un waiver adicional.

Peor aún es pensar que los que dicen que nos van a sacar de la crisis son otros financieros, tipos como los que he descrito, que no son los más listos de la clase, que se confundieron en sus valoraciones hace cinco, diez o más años, y que ahora son los que van a imponer lo que ellos llaman soluciones. Votamos a nuestro Presidente de Gobierno, pero las decisiones las toman estos tipos de calcetines a rayas.

¡Menos lobos, Caperucita!

Cara Josean

 

5 comentarios en “Los «lobos» de las finanzas, por Josean

  1. Estimado Josean,
    Estoy seguro que detrás de esas absurdos maneras y rituales hay toda una estrategia de adoctrinamiento de estos tontos útiles para que los verdaderos tiburones los manejen a modo de caballeros que salen a conquistar un territorio.

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  2. Josean,
    precisamente me encuentro en Irlanda porque necesito «improve a lot my english», para mi próximo trabajo que inicio en septiembre en relación a las finanzas.

    En una de las mega-clases de Business una chica francesa mencionó «pianel»… y yo afirmé con la cabeza, cómo si de todo manejase. Pues bien, llegué a casa y cómo loca a buscar que debía ser aquello de pianel… hasta que encontré esta publicación. ¡No me he podido reír más!

    Gracias por facilitarme la estancia en este frío país,
    Marta

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    • Bueno, Marta, pues me alegro de haberte ayudado con el «pianel» o con otras cosas de este mundo de las finanzas. Por cierto, tiene mucho de postureo, parece que si no metes cuatro términos en inglés, como upgrade o covenant, no eres nadie. Suerte en Irlanda y suerte con las finanzas.

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