Se acabó el tostón de la F1, por Barney

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El domingo pasado terminó la temporada de Fórmula 1, con el triunfo de Lewis Hamilton, y como viene ocurriendo los últimos años, ha sido un auténtico latazo. Tengo amigos que dejan todo lo que están haciendo los domingos a las 2 de la tarde para ir a ver la carrera, y a veces hasta hacen lo mismo los sábados para tragarse los entrenamientos y la clasificación. Qué aburrimiento, no lo entiendo. Como seguro que esos amigos míos tampoco entienden que yo me quede hasta las 3 de la mañana viendo un partido de la NBA o que me levante a las 6 un domingo para ver a Nadal en la final del Open de Australia.

«La mitad del mundo no puede comprender los placeres de la otra mitad»

(Jane Austen)

El dominio de los Mercedes ha sido absoluto, con victorias en 16 de las 19 carreras, y 11 dobletes (1º y 2º puesto). Es decir, que apenas ha habido una auténtica competición, si acaso, entre los dos pilotos de la escudería alemana. Ni los Red Bull, ni los McLaren, ni mucho menos los Ferrari, han podido plantear la más mínima competencia.

Al igual que en anteriores entradas, he criticado el fútbol actual y a los futbolistas utilizando otros deportes (Pues no creo que lo celebre demasiado, I love this game!, o Que aprendan también del rugby), en esta ocasión voy a hacer lo contrario y criticar la Fórmula 1 comparándola con el fútbol.

red bull

Decía que esta temporada el dominio de los Mercedes ha sido apabullante, igual que los cuatro años anteriores lo había sido el de los Red Bull y Sebastian Vettel. Mis críticas al mundo del fútbol han venido por la falta de rivalidad o de competición real, donde dos equipos muy superiores en pasta y medios, el Madrid y el Barça, dejan a 30 puntos de distancia al resto. Por eso fue tan saludable la victoria del Atleti la temporada pasada. En el millonario mundo de la Fórmula 1 los problemas no son debidos en la mayoría de las ocasiones a la falta de pasta, ahí está el ejemplo de Ferrari, sino al acierto o desacierto de los ingenieros en el diseño del coche.

Y eso es lo que a mí me parece un tostón. Hace un par de temporadas, después de la primera o la segunda carrera, recuerdo que Flavio Briatore (apartado de este mundillo por sus impresentables trampas) dijo: “Ferrari debería empezar a pensar ya en el coche de 2014”. Es decir, recién iniciadas las carreras ya estaba diciéndole a Alonso y a Ferrari que tirara la toalla, diciendo que con ese coche no tenían nada que hacer, que más les valía empezar de cero. Llevado al mundo del fútbol es como si el presidente de algún equipo puntero dijera en la jornada 3: “nos hemos equivocado con los fichajes, no tenemos nada que hacer, vamos a tirar la temporada, a pasar por los campos sin competir, y a ver si el año que viene tenemos más suerte».

briatore

Briatore, no lo olvidemos, fue ese director del equipo Renault que, consciente de las limitaciones de su bólido, no le importó forzar un accidente en una carrera, el de Nelsinho Piquet en Singapur en 2008 para conseguir la victoria de su otro coche, pilotado por Fernando Alonso. Es decir, un crack de la antideportividad. Eso sí, tiene unos «peazo» novias impresionantes. Estoy seguro de que están con él por su sex appeal, no por su pasta. Al igual que las del dueño de este circo, Bernie Ecclestone:

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La Fórmula 1 se ha convertido en algo tan especializado, tan basado en el desarrollo tecnológico, que cada día cuentan menos los pilotos. Es cierto que los hay mejores que otros, y por ejemplo Fernando Alonso siempre saca mucho más de sus coches que sus compañeros de equipo. Excepto el año de McLaren y Lewis Hamilton, en el que un debutante igualó a puntos con un doble campeón del mundo. Este año por ejemplo ha llegado un semi-debutante como Ricciardo a Red Bull y ha superado claramente a su compañero de escudería, Sebastian Vettel, cuatro veces campeón del mundo. ¿Qué porcentaje de éxito se debe a los pilotos y qué parte es de los coches? ¿Y qué parte es de los mecánicos o los neumáticos?

Está todo tan controlado en la Fórmula 1 que llegará un momento en el que los pilotos se suban al coche, le den a un botón de “piloto automático” y el bólido comenzará a dar las vueltas al circuito de acuerdo con la programación que los técnicos e ingenieros le hayan insertado en el disco duro del cuadro de mandos. Nigel Mansell, campeón de F1 en 1992, dijo en una ocasión que conducir un Fórmula 1 actual era mucho más sencillo que en sus tiempos. Se refería a que en aquellos años los cambios de marchas eran manuales, las direcciones mucho más rígidas, la amortiguación mucho más brusca, no había tanta telemetría y los pilotos eran mucho más agresivos, menos analíticos. A los aficionados a este ¿deporte? (y a los no aficionados) les recomiendo el documental Senna y la película Rush, sobre la rivalidad entre Niki Lauda y James Hunt.

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En esta película se transmite a la perfección la inconsciencia de los pilotos de los años 70 y la dificultad de pilotar aquellos bólidos en unas condiciones de seguridad que no eran las de ahora. Al principio de Rush la voz en off de Lauda nos habla de dos pilotos muertos cada temporada. Y el documental habla de un piloto único e irrepetible como Ayrton Senna, del que dejo aquí dejo un vídeo espectacular, de cuando había adelantamientos en la Fórmula 1:

Si las carreras fueran así, y hubiera pilotos como Senna, me tendrían entre sus adeptos. Por cierto, como casi todo el mundo sabe, Senna murió en el circuito de Monza en 1994 y Lauda estuvo a punto de perder la vida en Nurburgring en 1976. Tampoco es que aquellos tiempos fueran mucho mejores que ahora cuando había un coche claramente superior al resto. Los McLaren ganaron 12 de las 16 carreras, con 9 dobletes incluidos, en 1984, y 15 de 16 carreras en 1988, con 15 poles.

Ahora mismo las carreras de F1, al contrario que las motos, me parecen soporíferas. Hace años que no veo ninguna completa. Va a acabar pareciéndose a la desigualdad del fútbol. La temporada pasada hubo una carrera en la que Sebastian Vettel salía de boxes y terminó tercero. Eso es como si en fútbol el Madrid le diera al Elche 3 goles de ventaja, y aun así terminara ganando el partido.

A mí ya me aburría antes la Fórmula 1, pero por lo menos teníamos a un español por delante y en ocasiones seguía las carreras, aunque no mucho. Hubo una temporada en la que creo que la norma era que los coches no podían cambiar de neumáticos y la gracia era que les reventaran antes de llegar a meta o no. Recuerdo las últimas vueltas de un Gran Premio en las que Alonso se limitó a ir detrás de Raikkonen que tenía el neumático delantero derecho desgastado, y la máxima emoción (primeros planos de la cámara a la goma) era ver si la rueda aguantaba o no:

Efectivamente la rueda no aguantó y Alonso ganó la carrera. La situación era tan surrealista como si en fútbol estuvieras pendiente de que a Cristiano se le rompiera una bota o a Messi se le cayeran los pantalones cuando va a tirar a puerta.

En ocasiones los únicos adelantamientos en la carrera se producen cuando uno de los coches entra en boxes a cambiar neumáticos. Estoy de acuerdo en que es flipante ver cambiar las 4 ruedas y echar gasolina en 5 segundos, cuando mi taller necesita un día entero, pero me parece sorprendente que esto atraiga tantos espectadores. Depender del estado de los neumáticos es un hecho tan poco deportivo como si un equipo de fútbol marcara un gol mientras los jugadores del otro se están cambiando las botas, porque no se han puesto las de lluvia, o como si tiraran a puerta porque el portero se ha ido un momento a mear al córner.

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Son las cosas del motor, en ocasiones por la impotencia y frustración que generan. No hay más que ver el careto de Alonso cuando le falla su buga. Aunque para mí no ha habido nunca mayor momento de impotencia que el de Carlos Sáinz y Luis Moya, en la última carrera del Mundial de rallys de 1998:

“Trata de arrancarlo, Carlos”, una de las frases históricas del deporte mundial.

Hay una única norma de la F1 que trasladaría al fútbol y es la de la bandera amarilla, que para el que no lo sepa, indica a los vehículos que no pueden adelantar y deben tener cuidado porque hay unos operarios limpiando la pista. Yo sacaría bandera amarilla cada vez que Leo Messi vomitara en el campo.

Por último, qué mujeres se mueven por el mundo este de la Fórmula 1, ¿eh? Seguro que son ingenieras expertas en aerodinámica.

Cara Barney

 

8 comentarios en “Se acabó el tostón de la F1, por Barney

  1. Nunca he entendido bien eso de ponerse a gastar saliva, palabras y tu tiempo en escribir o hablar sobre algo que ni entiendes, ni te gusta. Es como si a mí se me ocurriera hablar de visillos del Ikea, cine gay o música de Shostakovich. El que esas cosas sean un tremendo coñazo para mí y no entienda cómo pueda gustarle a alguien, no me incita a gastar una sola hebra de mi tiempo en criticarlo. Simplemente paso de largo y digo «pues no lo entiendo macho».

    Esta entrada tuya parece querer mostrarnos, y digo parece porque no creo que sea esa tu intención, que los seguidores de la F1, y por extensión de otros deportes del motor, somos todos gilipollas. Bueno, es una opinión más, que seguro que tampoco eres el único, y que de momento no afecta a las audiencias ni a las inversiones millonarias que se hacen en él.

    Por mi parte, e independientemente de lo que piense gente como tú, me declaro fan incondicional de este ¿deporte?, que encuentro fascinante en muchos aspectos, incluso en temporadas coñazo como esta, con el negro llorón ganando y la absoluta superioridad de los Mercedes, o con el «deditos» Vettel arrasando con sus trampas los cuatro años anteriores. El curro de Fernando Alonso me parece prácticamente el mejor del mundo, quizá sólo superado por el de ser un astroanuta experto como Clooney-Kowalski, y tanto la historia, leyendas vivas y muertas, desarrollos de ingeniería y competencia feroz uncluyendo trampas, me entretienen todo el año.

    Esto no hace tampoco que me quede viendo la tele en casa los domingos a las 14h (o a las 7 de la mañana), prefiero dar una vuelta en moto con amigos o estar de finde por algún pueblo bien lejos de mi curro del lunes, que por desgracia no es el de Fernando Alonso, el de Ron Dennis o el del ridículo Mister Carcamal Ecclestone, cuyo trono pretende Agag, ese listillo yerno de Aznar. Pero si estoy en casa o tengo una tele cerca, claro que procuro ver las carreras, y desde luego sigo la competición como otro atontao más, me bajo la app de móvil para seguir las incidencias y noticias de la semana, me interesan las novedades tecnológicas que inventan los ingenieros para sortear cada restricción al desarrollo que introduce cada año la FIA, y si puedo ver un museo relacionado, una exposición temática de F1, una exhibición de bólidos de F1 antiguos -que ni siquiera compiten ni se adelantan ni son forzados, simplemente ruedan para deleite del espectador, fíjate qué tontería-, voy sin dudar.

    Incluso a veces viajo miles de kilómetros para ver alguna de esas cosas más de cerca, Recorrer el circuito de Montecarlo andando, ver el museo Mercedes de Stuttgart o visitar el museo Ferrari en Maranello me parecen experiencias consternadoras. La exposición de Fernando Alonso en el Canal de Isabel II en Madrid me pareció fantástica y muy emocionante, al igual que la inapropiada pero bestial exhibición de Alonso hace unos años petando los oidos del personal y jodiendo el suelo con su bólido por la Castellana. Por desgracia aún no he ido a ver una carrera en directo, porque la pasta que te piden por asistir es demencial y hasta ahora siempre he pensado que prefiero gastar mi dinero en otras cosas, aunque algún día seguro que iré a ver alguna. Para ir a las carreras hasta ahora he preferido ir a algunas de motos, que como espectador en el circuito se ve poco y mal, salvo que estés en el paddock -inalcanzable salvo por trifásico-, y aún así lo verás mucho peor que en la tele. Además me jode bastante que te traten como al ganado, ya sea en un aeropuerto como en un circuito de velocidad. Pero el ambiente y la magia me parecen tan extraordinarios, y tan emocionantes, que hacen que el propio viaje sea lo más divertido, siendo la carrera casi lo de menos. Tanto es así que hasta he ido a algún GP motero sin sacar entrada al circuito, ¿verdad que te parece estúpido? Pues seguro que algún otro zumbao me entiende.

    En fin, no procuro que lo entiendas, simplemente te traslado que hay a quienes nos gusta mucho este «tostón» incluso con toda sus miserias, sus trampas y sus mierdas. Creo que simplemente no lo entiendes, y por eso lo vituperas. Aparte de algunas meteduras de remo que creo que has hecho. Para deportes de motor coñazo, tienes por ejemplo la IMSA americana con sus circuitos ovalados y su tecnología décadas por detrás de la F1, puede haber docenas de adelantamientos pero a los aficionados a la F1 normalmente nos parece mucho más coñazo y menos interesante. Aún así, y hablo por mí, creo que antes de decir públicamente «por fin se acaba ese coñazo!!!·, trataría de entender qué es lo que tanto gusta, y si sigo sin entederlo, pues diría «no lo entiendo» y a otra cosa mariposa, que me parece más práctico.

    Saludetes y a ver qué es lo próximo que no te gusta, Barney. ¿Qué tal si te marcas una entradita sobre el curling? Es que me parece una competición de fregonas, y me gustaría saber si alguien piensa parecido… 😉

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    • La verdad, Andancio, es que no puedo entender de dónde sacas que yo pienso que los aficionados a la F1 son todos gilipollas. Empiezo diciendo que no entiendo cómo hay gente que deja todo lo que está haciendo por ver una carrera igual que mucha gente no entiende que yo vea un partido de la NBA hasta las tantas. No estoy diciendo que sean gilipollas, sino que tenemos gustos distintos (frase de Jane Austin). Hay millones de personas aficionadas a la copla, Gran Hermano, la saga Crepúsculo o el arte abstracto, y que yo no lo entienda, no quiero decir que piense que son idiotas. Hay gente que no entenderá jamás mis aficiones, ni lo pido. De verdad que no sé de dónde sacas esa conclusión. Sobre todo, cuando luego hago referencia a mi relación con este entretenimiento, la época de Ayrton Senna, Alain Prost, luego nuestro Fernando Alonso, películas de F1 que he disfrutado de verdad, etc,… Recuerdo haberme tragado entera la carrera del GP de Brasil en la que el debutante Hamilton se la jugaba con Alonso y Raikkonen, y el bote de alegría que pegamos, no por la victoria de Alonso, sino por las dificultades que estaba pasando el pupilo de Ron Dennis. Sólo digo que la época actual me aburre, nada más.

      Respecto a mis meteduras de pata, intento aprender cada día, así que te agradeceré que me corrijas los errores en los que haya podido caer. A lo mejor no he sabido expresar adecuadamente lo que quería, y si se trata de datos, intento documentarme antes de soltarlos. Por favor, indícame los errores y actualizo el post.

      Saludos desde casa, donde me acaba de traer mi pequeño coche normalito, sin grandes alardes de ingeniería, con un diseño aerodinámico de lo más normalito y sin rubia incorporada de serie.

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  2. Por cierto, te comento como curiosidad por escribir esto hoy sobre tu entrada de ayer.

    Conozco a tres Fernando Alonso en el mundo -seguro que hay alguns más-. Con uno de ellos, junto a otras 50 ó 60 personas, voy a cenar dentro de un rato, en una cena de antiguos alumnos. Los otros dos, que son más famosos, tienen dos de los trabajos que más envidio -sanamente- del mundo. El uno en la F1, y el otro en Airbus Industrie.

    Saludetes y a disfrutar lo que queda de finde.

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    • Por cierto, yo también conozco a un Fernando Alonso, ya jubilado, y tenía uno de los trabajos más aburridos que puedo imaginar: responsable de organización. Iba por las distintas oficinas de la empresa, haciendo entrevistas a los responsables sobre sus trabajos y plantillas, y luego planteando pequeños cambios de funcionamiento.

      He releído mi texto y no sé si uno de mis errores es hablar de cambios manuales en la época de Nigel Mansell, que fue (creo) cuando empezaron con los semiautomáticos. Desconozco los detalles, lo que sí tengo claro es que una opinión cualificada como la de un campeón del mundo afirmaba que los bólidos de ahora son mucho más sencillos de pilotar que los de hace 20 ó 30 años. No decía que ahora enchufaban el coche al ordenador en los libres y clasificaciones, se hacían los ajustes y este indicaba lo que había que hacer en cada momento, pero casi. Se elimina en buena parte la intuición y agresividad del piloto (mi modesta opinión). Pero bueno, mejor no hablo de lo que no sé.

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    • Después del post de Travis sobre Ben-Hur, vete a saber si hay un significado oculto detrás de esos acercamientos de Mesala, cómo se arrima el tío, y seguro que es capaz de encontrarle un doble sentido al hecho de meterle el eje a su antiguo amigo/¿amante?

      Respecto a recuperar las carreras de cuadrigas, serían un éxito en horario de máxima audiencia, igual que la lucha femenina en barro. Qué pasada, qué bien rodado, mucho más divertido que las carreras de vainas de Star Wars, que están hechas con mucha más pasta y efectos especiales.

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  3. La solución para saber quién es el mejor piloto y cuál el mejor coche es que de manera sucesiva los pilotos se vayan intercambiando los coches en cada carrera. Lo que ocurre es que nunca será aceptada esta norma por las mejores marcas porque se mueve mucho dinero en este circo.

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